La alta edad media Jan Dhondt



 La alta edad media

Jan Dhondt


La alta edad media es el período histórico que comprende desde la caída del imperio romano de occidente en el siglo VIII hasta mediados del siglo XI. Este período histórico es el que se asocia con la imagen tradicional de la edad media: un rígido sistema estamental, una poderosa nobleza y clero, alta descentralización, pobres condiciones de vida, una inestabilidad permanente, amplias clases serviles dedicadas a la agricultura, etc. Esta situación se debe a que occidente se encontraba en un periodo de transición y recuperación, el paso desde el imperio romano y su sistema económico y político al feudalismo. Este periodo es considerado como una hora baja europea dentro de la perspectiva del desarrollo económico, cultural y tecnológico, dado que otras civilizaciones coetáneas (como el imperio árabe, bizantino o chino) avanzarían en estas categorías a la sociedad europea.


La alta edad media es definida por la estructura política, militar y económica del Imperio Carolingio. Este era un reino de herencia franca, y estos formaban la mayor parte de la población. El imperio carolingio, de forma similar al imperio bizantino, cree tomar el relieve del imperio romano (aunque en el caso carolingio es una mera excusa para la legitimación de su supremacía frente a otros reinos de origen bárbaro, sin una herencia verdadera que por ejemplo Bizancio mantendrá con su aplicación de un código legal de estilo romano). Su posición territorial la sitúa en el centro del imperio romano de occidente (poseyendo gran parte de la Galia, Germania occidental y parte de los Alpes). Son, junto a los reinos de las islas británicas y el reino de Asturias, los únicos reinos germanos que aceptan su herencia romana. Como hemos dicho, la supuesta continuación del imperio no se materializa a partir de una continuación del sistema legal, por lo cual las herramientas para conseguir esta justificación serán la reconquista militar del territorio del ejercito (reconquista solo en parte, pues más de una vez se limitara a la conquista en territorios nunca pertenecientes al imperio, como la Germania oriental, Dinamarca o Bohemia y Moravia) y la evangelización. Será muy importante el papel del cristianismo en definir la herencia del imperio en occidente, pues separara a los carolingios de todos sus enemigos (identificando a estos según diferentes religiones, los árabes con el islam, los bizantinos con sus tendencias orientales que culminaran en el cristianismo ortodoxo, y las infinitas variantes paganas de los germanos, los escandinavos y las hordas asiáticas). El imperio se encontrada luchando a la vez a la defensiva y a la ofensiva. En la ofensiva sobre todo en el noreste y el sureste, contra los sajones (donde se vera la verdadera herencia bárbara, en la campaña de Carlomagno en el 711, donde se calculan alrededor de más de 80.000 ejecuciones) y los lombardos en Italia. En estas campañas, la evangelización forzada sería una arma para la asimilación de la población conquistada (en una réplica del proceso de asimilación romano). En el apartado defensivo, el imperio tenia, por culpa de su posición central en el continente, varios flancos expuestos. Por un lado, los árabes en los pirineos (que tras la batalla de Tours no volverían a combatir). Los árabes no constituían una amenaza por sí mismos, si no por el hecho de no poder consolidar el poder en las zonas de Aquitania y Occitania (y la marca hispánica), donde una fuerte resistencia nobiliaria y religiosa será un problema más adelante. Más peligrosas serán las invasiones nórdicas o vikingas, dado a que sus acciones de carácter esporádica dañarían el territorio sin conquista, no dando motivo suficiente a la nobleza territorial para defender su territorio ( y con eso a su población, que en algunas zonas se alzara en una verdadera guerra de clases). Curiosamente el autor parece defender estas incursiones, explicando parte de sus motivos en las campañas germánicas
de Carlomagno y justificándolas frente a la violencia de este. 

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