Textos y fragmentos de Lerroux

 Textos y fragmentos de Lerroux


Discurso 1 de septiembre Barcelona:

        Si habéis de ingresar en una disciplina rutinaria y atávica, de jerarquías y de pontífices, de adhesión incondicional y de respeto sin límites; si venís a continuar la obra del pasado: jóvenes, plegad la roja bandera, dejad vírgenes las cuartillas, poneos los manguitos y volved al escritorio, vestíos la blusa y volved al mostrador, coged los libros y volved a la escuela donde se fabrican hombres de provecho sobre los textos de la tradición. Pero si de verdad se ha encendido en vuestro corazón el fuego de la santa rebeldía, andad, seguid. Seguid adelante sin parar, hasta que caigáis reventados en el camino o hasta que os salgan las barbas malditas de los hombres, donde hizo presa Dalila para rendir la fortaleza humana.

Rebelaos contra todo: no hay nada o casi nada bueno. Rebelaos contra todos: no hay nadie o casi nadie justo. Si os sale al camino un mozo y os dice: "jóvenes, respetad a los viejos", decidle: "mozo, entierra a tus muertos, donde no les profanen los vivos.". Si os apostrofan los genios alarmados de vuestra irrupción impetuosa y resonante, contestadles: somos la nueva vida, Adán nace otra vez. Llevad con vosotros un bolsillo de respetos y un costal de faltas de respeto. El respeto inmoderado crea en el alma gérmenes de servidumbre.

Sed arrogantes como si no hubiera en el mundo nadie ni nada más fuerte que vosotros. No lo hay. La semilla más menuda prende en la grieta del granito, echa raíces, crece, hiende la peña, rasga la montaña, derrumba el castillo, triunfa. Sed imprudentes, como si estuvieseis por encima del Destino y de la Fatalidad. Sed osados y valerosos, como si tuvieseis atadas a vuestros pies la Victoria y la Muerte.

Sois la vida que se renueva, la naturaleza que triunfa, el pensamiento que ilumina, la voluntad que crea, el amor eterno. Luchad, hermosa legión de rebeldes, por los santos destinos, por los nobles destinos de una gran raza, de un gran pueblo que perece, de una gran patria que se hunde. Levantadles para que se incorporen a la Humanidad, de la que están proscriptos hace cuatrocientos años.

Jóvenes bárbaros de hoy, entrad a saco en la civilización decadente y miserable de este país sin ventura, destruid sus templos, acabad con sus dioses, alzad el velo de las novicias y elevadlas a la categoría de madres para virilizar la especie, penetrad en los registros de la propiedad y haced hogueras con sus papeles para que el fuego purifique la infame organización social, entrad en los hogares humildes y levantad legiones de proletarios, para que el mundo tiemble ante sus jueces despiertos. Hay que hacerlo todo nuevo, con los sillares empolvados, con las vigas humeantes de los viejos edificios derrumbados. Pero antes necesitamos la catapulta que abata los muros y el rodillo que nivele los solares. Descubrid el nuevo mundo moral y navegad en su demanda, con todos vuestros bríos juveniles, con todas vuestras audacias apocalípticas.

Seguid, seguid!. No os detengáis ni ante los sepulcros ni ante los altares. No hay nada sagrado en la tierra, más que la tierra y vosotros que la fecundaréis con vuestra ciencia, con vuestro trabajo, con vuestros amores. La Humanidad tiene una humilde representación en este extremo de Europa, tendido como un puente para pasar al África. Es la vieja patria ibera, la madre España, que baña sus pies en dos mares y ciñe a su frente la diadema de los Pirineos.

Ni el pueblo, dieciocho millones de personas, ni la tierra, 500.000 kilómetros cuadrados. están civilizados. El pueblo es esclavo de la iglesia : vive triste, ignorante, hambriento, resignado, cobarde, embrutecido por el dogma y encadenado por el temor al infierno. Hay que destruir la iglesia. La tierra es áspera, esquiva, difícil : necesita que el arado la viole con dolor, metiéndole la reja hasta las entrañas: que el pico rasgue los altozanos y la pala iguale los desniveles y el palustre levante las márgenes por donde han de correr, sangrados, los torrentes de agua que hoy se derraman estériles en ambos mares; necesita Colones que penetren en su alma y descubran sus tesoros, colonos que la cultiven con amor como los viejos árabes, caballeros del terruño que de nuevo con ella se desposen y auxiliados de la ciencia la fuercen a ser madre próvida de treinta millones de habitantes y la permitan por su exportación enviar aguinaldos de su rica despensa, a otros 80 millones de seres que hablan en el mundo nuestro idioma. Escuela y despensa decía el más grande patriota español, don Joaquim Costa. Para crear la escuela hay que derribar la Iglesia o siquiera cerrarla, o por lo menos reducirla a condiciones de inferioridad. Para llenar la despensa hay que crear el trabajador y organizar el trabajo.

A toda esa obra gigante se oponen la tradición, la rutina, los derechos creados, los intereses conservadores, el caciquismo, el clericalismo, la mano muerta, el centralismo, la estúpida contextura de partidos y programas concebidos por cerebros vaciados en los troqueles que fabricaran el dogma religioso y el despotismo político.

Muchachos, haced saltar todo eso como podáis : como en Francia o como en Rusia. Cread ambiente de abnegación. Difundid el contagio del heroísmo. Luchad, matad, morid.,. Y si los que vengan detrás no organizan una sociedad más justa y unos poderes más honrados, la culpa no será suya, sino vuestra. Vuestra, porque en la hora de hacer habréis sido cobardes o piadosos. 

 

'El intransigente' nº1:


Yo, a quien se acusa de autoritario, aunque no lo soy sino para ejecutar lo acordado, he sentido y siento el mayor respeto a una cosa que es la viva esencia de la democracia, á la dignidad del derecho .ajeno. No puedo ver, sin lamento, que el que lo tiene lo decline, porque ello acosa una cierta incapacidad para ejercerlo. Por esto he callado, pagando por negligente ó descortés. 

                                                                       · 

Los que han pactado con elementos que injuriaron la bandera, el Ejército y la Patria, robaron, violaron y asesinaron, que sostuvieron tres guerras civiles, los que han olvidado, supeditado ó subordinado los Intereses de España a intereses particulares y egoístas de una clase de catalanes... esos no pueden ya dirigirse jamás á un soldado para que sacrifique el deber subalterno de la disciplina, al supremo deber de la patria redimida por la República. Y esto seré, tan bueno como quieran loe que desconocen la psicología del alma nacional, pero para semejante resultado no valía la pena de pasarse la vida haciendo comprometidos trabajando y comprometiendo i hombres que cuando nosotros arriesgamos a lo sumo la libertad, ellos ponen en peligro el pan de los suyos, su porvenir y basta la vida

Nosotros tenemos en la monarquía nuestro enemigo natural. Contra ella peleábamos. Crecían nuestras fuerzas; casi éromos va enemigo temible. Do pronto ee interpone entre la monarquía y nosotros un nus^o elemento de combste, formado por desertodel uno y del otro bnn(lo. -M cc^snzht a imurtse se apoyafi en la monerquta para vencemos. Mafiima, haciendo un cambio de frente, se apoyarán en nosotros pata arran car mercedes y privilegios á la monarquía, en provecho propio


Los que invocan la conveniencia de tener numerosos diputados del partido on el Congreso, mienten. Allí lo que importa en la oposición es la caUdad, no la cantidad. Tres buenos hubieran hecho tenterò más que los treinta que forman fe minoría. Y sobre todo, el partido quiere diputados suyos, no á medias con Busífiol, Souerino y Cusafias, ni en fe barraganía con el dinero de la innoble burguesía catalanista 


 

 Discurso del 28 de febrero 1932, Barcelona.


Lo que necesita nuestro país y lo que necesita nuestra sociedad es ese radicalismo humano que tiene por objeto principal impulsar la evolución de los tiempos, no desatinadamente, sino al compás de la evolución. Los radicalismos que no sea posible llevar a la práctica no son obra de evolución política, sino obra perturbadora y anárquica. [...] Es necesario cambiar aquella mentalidad revolucionaria de acción de entonces en un a mentalidad revolucionaria constructiva, que tenga por objeto da r una nueva estructuración al Estado par a que recobre las energías nacionales y cambie la sociedad en. todos sus aspectos y podamos realizar aquella obra de justicia mediante la cual habrán de desaparecer las diferencias de todas' las clases sociales, para que todos los hombres, sin mentir, nos podamos llamar hermanos. [...] ¿Qué es la vida sino una rectificación constante? Par a los que rectificaron están abiertos los brazos fraternales, en la seguridad de que en lo por venir no volverán a incidir en nuevos errores.  (Sobre la amnistia de los revolucionarios. [...] En nuestro partido caben los hombres de todas las religiones, de todas las filosofías, de todas las clases sociales. [...] Allá hay una Constitución y un a ley. A ellas hay que atenerse. [...] 

Nosotros constituímos un partido que profesa la santísima trinidad de libertad, democracia y República. ¿Tres cosas distintas? No. Una sola: justicia. Yo soy aquel que, en momentos de peligro, se levantó en el Congreso par a señalar quiénes representaban el terrorismo en acción, y quien volvemos, si estoy fiel del Gobierno, a acusarlos, y si soy Gobierno, el que se levantará a condenarlos. ¿En términos de dictadura? No. Eso sería someter un crimen con otro crimen. Nosotros queremos que cualquier clase social que quiera defender un ideal, cualquiera que fuese, tenga el derecho a hacerlo. La realidad está pidiendo a voces una ley moderna de asociación, de sindicación, para que todos los intereses de las clases menos afortunadas encuentren una manera de defenderse frente a los egoísmos de las clases que pueden llamarse privilegiadas. La Constitución contiene principios que, interpretados por todos, ajustándose a la realidad y sin prevalecer intereses exclusivos, marcan el cauce de justicia social que todos anhelamos.  Necesitáis encontrar en el Poder público y en el Estado amparo contra las violencias que en forma de huelgas desatinadas que a cada paso se multiplican van mermando la economía nacional. Necesitáis que el Estado os ampare contra estos métodos sistemáticos de perturbación constante, que no hacen sino envenenar aquellas relaciones que, si se establecieran cordiales. Y si os negáis, podéis marcharos de aquí.  Yo soy liberal, demócrata y republicano porque en la sociedad hay una cantidad de injusticias que es menester remediar. He de reconocer que la mayor parte de esas injusticias pesan hoy sobre las clases proletarias. Para elevarlas, para mejorarlas de condición material y que sea así más fácil su elevación moral, para eso, trabaja la democracia republicana. Por qué en España la Monarquía no había realizado esa labor, ni llevaba caminos de realizarla, ha podido hacerse triunfar a la República. Pues si cuando ha llegado la hora de gobernar con la República, nosotros abandonamos esa labor, hacemos traición a nuestra misión y traicionamos a la libertad, a la democracia y a la República (Discurso pronunciado en Barcelona el 18 de febrero de 1932, publicado el mismo día en El Sol, nº4.540- Biblioteca Nacional de España).

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