Resumen del Catecismo de la Iglesia Católica

 Resumen del Catecismo de la Iglesia Católica


El Catecismo de la Iglesia católica es un “compendio de toda la doctrina católica, tanto sobre la fe como sobre la moral, que sería como el punto de referencia para los catecismos o compendios que se redacten en los diversos países”. Se va a intentar ofrecer un resumen de ese compendio en sus puntos principales o más interesantes.

 

Prologo (1-25): “ Dios, infinitamente perfecto y bienaventurado en sí mismo, en un designio de pura bondad ha creado libremente al hombre para hacerle partícipe de su vida bienaventurada”. Más adelante se definirán los atributos de Dios y su relación con el hombre, pero se empieza por remarcar que la existencia del hombre depende enteramente de Dios a la vez que se trata de una relación libre. A su vez, las razones que llevan a Dios a crear el mundo es la bondad sin atender a ninguna necesidad (lo que remarca lo anterior). La Iglesia Catolica es aquella que predica el mensaje de Dios, de la redención que proporciono su Hijo y de una congregación universal del genero humano en el Espíritu Santo.

Se ve, entonces, que la misión de la Iglesia tiene una gran parte de pedagogía, heredada de la misión apostólica. EL catecismo cumple también esta parte de enseñanza; “La catequesis es una educación en la fe de los niños, de los jóvenes y adultos, que comprende especialmente una enseñanza de la doctrina cristiana, dada generalmente de modo orgánico y sistemático con miras a iniciarlos en la plenitud de la vida cristiana”. Este se divide en cuatro pilares, que a su vez conforman los cuatro pilares de la doctrina cristiana; la profesión de la fe, los sacraments de la fe, la vida de fe y la oración en la vida de la fe.

 

Primera Sección (26-: La profesión de la fe se realiza mediante la creencia, que es tanto un acto personal como conjunto. La creencia en la fe es la relación que el hombre mantiene con Dios, estructurada en búsqueda, encuentro (en la Revelación) y finalmente una respuesta que da la fe.

 

Al haber sido creado por Dios, el hombre toene una necesidad implícita de su búsqueda, es decir, una búsqueda de la verdad. Todas sus búsquedas y maneras de buscar están determinadas o son conocidas por Dios (Hch 17, 26-28). Sin embargo se puede dar un rechazo de esta búsqueda por muchos motivos (“la rebelión contra el mal en el mundo, la ignorancia o la indiferencia religiosas, los afanes del mundo y de las riquezas, el mal ejemplo de los creyentes, las corrientes del pensamiento hostiles a la religión, y finalmente esa actitud del hombre pecador que, por miedo, se oculta de Dios”) a pesar de que por parte de Dios, por su benevolencia, su búsqueda este siempre abierta.

 

¿Qué vías da Dios para conocerse? Las pruebas de la existencia de Dios que se dan en el catequesis son;

·        A partir del Mundo: “A partir del movimiento y del devenir, de la contingencia, del orden y de la belleza del mundo se puede conocer a Dios como origen y fin del universo.” (Rm 1,19-20; cf. Hch 14,15.17; 17,27-28; Sb 13,1-9 y Sermo 241, 2: PL 38, 1134: San Agustín)

·        A partir del hombre: “Con su apertura a la verdad y a la belleza, con su sentido del bien moral, con su libertad y la voz de su conciencia, con su aspiración al infinito y a la dicha, el hombre se interroga sobre la existencia de Dios(GS 18,1; cf. 14,2)

Ambas son vías que dan a conocer a Dios como “Aquel que es el Ser en sí, sin origen y sin fin” dado que no pueden atestiguarlo en su ser.

 

Ahora bien, aunque el raciocinio pueda dar a conocer a Dios al hombre, solo la fe sirve como instrumento para relacionarse con él y entender la Revelación. Quién tiene la misión de dar a conocer esta Revelación es la Iglesia (concilio Vaticano I, Const. dogm. Dei Filius, c.2). Se da un argumento a favor de la dialéctica con otras creencias como forma de conocer a Dios y de las limitaciones del lenguaje para poder hablar de Él. En ultima instancia, la forma más segura de conocer a Dios mediante el raciocinio es la teología negativa:  "nosotros no podemos captar de Dios lo que Él es, sino solamente lo que no es, y cómo los otros seres se sitúan con relación a Él" (Santo Tomás de Aquino, Summa contra gentiles, 1,30).

 

Así pues, dada la inaccesibilidad humana hacia Dios, este solo se puede comunicar plenamente a través de la Revelación. Esta Revelación consta a veces de una comunicación “mediante acciones y palabras”, como una “pedagogía divina” que prepara al hombre gradualmente a través de la historia. (53) Estos grados son:

·        El Origen: Alianza con Adán y Eva antes y después del Pecado Original

·        Noé: “la Economía divina con las "naciones", es decir con los hombres agrupados "según sus países, cada uno según su lengua, y según sus clanes" (Gn 10,5; cf. Gn 10,20-31).” que termina en el pecado de a Torre de Babel.

·        Abraham: Paso de la Economía devina con las naciones a la alianza con “el pueblo nacido de Abraham (que) será el depositario de la promesa hecha a los patriarcas, el pueblo de la elección (cf. Rm 11,28) que culmina en el pueblo de Israel.

·        Israel: Se establece la alianza del Sinaí con Moises a través de la Ley. “Por los profetas, Dios forma a su pueblo en la esperanza de la salvación, en la espera de una Alianza nueva y eterna destinada a todos los hombres (cf. Is 2,2-4), y que será grabada en los corazones (cf. Jr 31,31-34; Hb 10,16). Los profetas anuncian una redención radical del pueblo de Dios, la purificación de todas sus infidelidades (cf. Ez 36), una salvación que incluirá a todas las naciones” (cf. Is 49,5-6; 53,11).

La etapa final de la Revelación y del mensaje de Dios es Jesús Cristo; “Cristo, el Hijo de Dios hecho hombre, es la Palabra única, perfecta e insuperable del Padre. En Él lo dice todo, no habrá otra palabra más que ésta”.(65) Este marca el fin del contenido de la Revelación, dando paso a la etapa de explicitación de este contenido (papel de la Iglesia). Ha habido Revelaciones “privadas”, pero ninguna de estas ha contradicho o expandido la Revelación original.

La Revelación es parte de el Verbo. El Verbo es también todo lo que conforma las Sagradas Escrituras, como palabra de Dios en palabra humana, “Dios es el autor de la Sagrada Escritura.” inspirando con la verdad a los que la escribieron. Pero “sin embargo, la fe cristiana no es una «religión del Libro». El cristianismo es la religión de la «Palabra» de Dios, «no de un verbo escrito y mudo, sino del Verbo encarnado y vivo»”. Los diferentes libros de las SE se enmarcan por medio de los “géneros literarios” que revelan su verdadera intención, condicionados por “las condiciones de su tiempo y de su cultura”.

Se señalan tres criterios para la interpretación de las SE:

1.     Prestar una gran atención «al contenido y a la unidad de toda la Escritura»

Toda la Escritura es una unidad de un mismo relato que culmina en Jesucristo.

2.     Leer la Escritura en «la Tradición viva de toda la Iglesia»

La Iglesia mantiene una “memoria viva” a través de la cual el Espíritu Santo da su interpretación (correcta) de las Escrituras.

 

3.     Estar atento «a la analogía de la fe» (cf. Rm 12, 6)

La cohesión de las verdades de la fe entre sí y en el proyecto total de la Revelación.”(114)

 

A su vez, la Escritura puede distinguirse en dos sentidos; literal y espiritual (alegórico, moral y anagógico)(115-118). “Todo lo dicho sobre la interpretación de la Escritura queda sometido al juicio definitivo de la Iglesia”. La Iglesia también determina el canon (120). Este se divide en dos. El Antiguo Testamento atestigua “la Antigua Alianza, (que) no ha sido revocada”. “«el fin principal de la economía del Antiguo Testamento era preparar la venida de Cristo, redentor universal»”. El Nuevo Testamento muestra la encarnación de Jesús “sus obras, sus enseñanzas, su pasión y su glorificación, así como los comienzos de su Iglesia bajo la acción del Espíritu Santo”. Ambos forman una unidad irrevocable.  La Iglesia «recomienda de modo especial e insistentemente a todos los fieles [...] la lectura asidua de las divinas Escrituras para que adquieran "la ciencia suprema de Jesucristo».

La fe en la revelación se articula como obediencia (144). Se presenta a Abraham como ejemplo de esta obediencia como parte de la fe. La Virgen María también es un ejemplo de esta sumisión por fe (148-149).  Ambos se sometieron a un mandato divino explicito que superaba su entendimiento moral o subjetivo (suspensión teológica). Esta sumisión es “una adhesión personal del hombre a Dios; es al mismo tiempo e inseparablemente el asentimiento libre a toda la verdad que Dios ha revelado”(150). Esto se extrapola a creer en Jesús, enviado de Dios. Aquí se presenta dos maneras de entrar en esta sumisión; o bien por la gracia del Espíritu Santo, o bien por mero acto humano (154). A su vez, estas dos maneras de actuar se comlementan; “la inteligencia y la voluntad humanas cooperan con la gracia divina” (155).

El motivo para tener fe es a su vez, algo que no es demostrable por raciocinio (necesidad del Espíritu Santo) y a su vez un hecho empírico y demostrable (“el asentimiento de la fe no es en modo alguno un movimiento ciego del espíritu”) y que mantiene una coherencia a pesar de que no sea aparente para el hombre. La fe también ofrece un entendimiento progresiva de su certeza; “La gracia de la fe abre «los ojos del corazón» (Ef 1,18) para una inteligencia viva de los contenidos de la Revelación”(158). La fe, al ser algo superior a la razón, no es contradictorio con la ciencia; “«A pesar de que la fe esté por encima de la razón, jamás puede haber contradicción entre ellas. Puesto que el mismo Dios que revela los misterios e infunde la fe otorga al espíritu humano la luz de la razón, Dios no puede negarse a sí mismo ni lo verdadero contradecir jamás a lo verdadero» (Concilio Vaticano I: DS 3017)”. La fe solo se puede entender como un acto libre y no forzado. La fe es atributo sine qua non para la salvación. El creyente debe perseverar a pesar de la posibilidad de perder la fe. La fe es el comienzo de la vida eterna en cuanto es el primer paso para ponerse en contacto de nuevo con Dios. La fe es un acto personal, pero no un acto aislado, en cuanto que es parte dentro de una secuencia en la transmisión de la Revelación empezando por Jesús (papel maternal de la Iglesia)(166-). La fe es resguardada por la Iglesia en sus símbolos (el bautismo) en su profesión, confesión y transmisión. La Iglesia es también la materialización de la fe (170). Se presenta el argumento de la fe esencial intralingüística de San Irineo de Lyon.

 

Dicho esto, se exponen los dogmas que componen la fe católica, llamados “símbolos de la fe” o “Credo”. Se expone el bautismo como primera “profesión de la fe”, dado que sintetiza el rasgo esencial del dogma católico; La Santa Trinidad (puesto que se da “en el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo" (Mt 28,19). Los dos principales manifiestos que establecen los dogmas son el Símbolo de los Apóstoles y el Símbolo llamado de Nicea-Constantinopla.

El Padre (199-: “Nuestra profesión de fe comienza por Dios, porque Dios es "el primero y el [...] último" (Is 44,6), el principio y el fin de todo. El Credo comienza por Dios Padre, porque el Padre es la primera Persona divina de la Santísima Trinidad; nuestro Símbolo se inicia con la creación del cielo y de la tierra, ya que la creación es el comienzo y el fundamento de todas las obras de Dios.”(198). El primer dogma y el más fundamental es reconocer la existencia de Dios por medio de la fe. El resto de credos complementan a este. Reconocer la existencia de Dios es aceptar que:

·        Dios es Único y no hay más que un solo Dios.

·        Dios tiene un nombre (“El que es”)

·        Dios es misericordioso y clemente

·        Solo Dios es, Dios es la plenitud del Ser

·        Dios es Amor

·        Dios es la Verdad (“su sabiduría que rige todo el orden de la creación y del gobierno del mundo “)

Todo eso obliga al hombre que reconoce a Dios a actuar en consecuencia (“es reconocer la grandeza y la majestad de Dios, vivir en acción de gracias, reconocer la unidad y la verdadera dignidad de todos los hombres, usar bien de las cosas creadas, confiar en Dios en todas las circunstancias(222-227).

Fides omnium christianorum in Trinitate consistit ("La fe de todos los cristianos se cimenta en la Santísima Trinidad"). La Trinidad se acepta como misterio de Dios y centro de la fe. (Para entenderla, se hace una distinción entre la Theologia y la Oikonomia (236). En la Trinidad, el papel del Padre corresponde a “origen primero de todo y autoridad transcendente y que es al mismo tiempo bondad y solicitud amorosa para todos sus hijos. Esta ternura paternal de Dios puede ser expresada también mediante la imagen de la maternidad (cf. Is 66,13; Sal 131,2) “Dios transciende la distinción humana de los sexos. No es hombre ni mujer, es Dios. Transciende también la paternidad y la maternidad humanas”). Por eso Dios es también Padre en el sentido de “descendencia” y reciprocidad patero-filial. Por eso se afirma que Dios el hijo son seres “consubstanciales”. El Espíritu Santo, tercera parte de la Trinidad, deriva de estos; “El Espíritu Santo es enviado a los Apóstoles y a la Iglesia tanto por el Padre en nombre del Hijo, como por el Hijo en persona, una vez que vuelve junto al Padre”(244). Se matiza que los términos filosóficos usados para la descripicon de Dios no son tales sino que ganan un nuevo significado: “La Iglesia utiliza el término "substancia" (traducido a veces también por "esencia" o por "naturaleza") para designar el ser divino en su unidad; el término "persona" o "hipóstasis" para designar al Padre, al Hijo y al Espíritu Santo en su distinción real entre sí; el término "relación" para designar el hecho de que su distinción reside en la referencia de cada uno a los otros.”. Estas tres entidades son distintas en Personas divinas pero no en sí, puesto que la Trinidad es una en esencia y en acción. "Uno es Dios [...] y Padre de quien proceden todas las cosas, Uno el Señor Jesucristo por el cual son todas las cosas, y Uno el Espíritu Santo en quien son todas las cosas (Concilio de Constantinopla II: DS 421). La Trinidad actúa bajo un solo objetivo; “la entrada de las criaturas en la unidad perfecta de la Bienaventurada Trinidad”, permitiendo al hombre entrar en la vida eterna.

Dios es omnipotente. Su omnipotencia es universal, amorosa y misteriosa. Con ella ha creado el mundo y su orden, que le esta sometido por completo. En su omnipotencia Dios perdona nuestros pecados. Su omnipotencia no puede ser arbitraria. Pero a eso se plantea el “problema del mal”, el por que Dios siendo a la vez todopoderoso y omnibenevolente permite el mal en el mundo. Eso no es así, pues la máxima prueba de su omnipotencia se da en la encarnación, sacrificio y resurrección de Cristo. (272). “Cristo crucificado es "poder de Dios y sabiduría de Dios. Porque la necedad divina es más sabia que la sabiduría de los hombres, y la debilidad divina, más fuerte que la fuerza de los hombres" (1 Co 2, 24-25). Para entenderlo es necesario adherirse a la perspectiva de la fe, de igual manera a como lo hizo la Virgen; “De esta fe, la Virgen María es el modelo supremo: ella creyó que "nada es imposible para Dios" (Lc 1,37) y pudo proclamar las grandezas del Señor: "el Poderoso ha hecho obras grandes por mí; su nombre es Santo" (Lc 1,49).      

Dios ha creado al mundo en vistas a la caída y redención del hombre en Cristo (208), principio y final de la historia. Dios, eterno él mismo, da lugar a la existencia eterna que es dependiente de él. En el proceso de la creación intervienen de distinta manera tanto el Verbo como el Espíritu Santo. El mundo existe para manifestar la gloria de Dios (293). Esta creación ha tenido que ser libre, ex nihilo, con sabiduría y buena (“La Iglesia ha debido, en repetidas ocasiones, defender la bondad de la creación, comprendida la del mundo material (cf. San León Magno, c. Quam laudabiliter, DS, 286; Concilio de Braga I: ibíd., 455-463; Concilio de Letrán IV: ibíd., 800; Concilio de Florencia: ibíd.,1333; Concilio Vaticano I: ibíd., 3002). A pesar de que Dios trasciende esta creación, no la abandona. La creación no esta completa (al menos bajo nuestro entendimiento) sino que esta "en estado de vía" (in statu viae) hacia una perfección final. Esta se lleva a cabo bajo la “divina providencia”. La providencia necesita a su vez de la colaboración humana (306). Aquí se vuelve a plantear el problema del mal; “No hay un rasgo del mensaje cristiano que no sea en parte una respuesta a la cuestión del mal.”. Se dan varios argumentos sobre el porqué de la existencia del mal:

·        Como se ha dicho, el mundo esta in statu viae, el mal (mal físico) es pues algo que existe durante la transición progresiva hacia un mundo perfecto

·        El mal moral es consecuencia del libre albedrio

·        “Dios, en su providencia todopoderosa, puede sacar un bien de las consecuencias de un mal”(312). El ejemplo máximo de esto es el sacrificio de Cristo, del que se saca el mayor bien (la redención)

·        Por último, el misterio de los caminos de Dios y de la Providencia.


Otra especificación de la creación es la separación de la realidad en “La tierra” y “los cielos”, el lugar de Dios y de las criaturas espirituales. Dentro de este orden, el hombre ocupa una realidad intermedia. Se describen a los ángeles como seres espirituales no corporales, mensajeros de Dios, personales e inmortales. 


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